sábado, 21 de noviembre de 2015

¿Dónde vas Señor de Montornés?

Cuenta una leyenda popular, y si no lo cuenta da igual, que hace muchos años, allá por el 1278-1281, Oropesa recibía numerosos ataques por parte de la gente de Castellón de Burriana y del Señor de Montornés, natural de Benicassim.

Los ataques más crueles los protagonizaba este último, Pedro Jiménez y, como parece lógico, siempre venían desde el sur de la villa. Por eso, poco a poco, los habitantes fueron preparándose cada vez más y, al final, era imposible poder atacar desde esta zona.

Estos hechos molestaron mucho al Señor de Montornés, que ni con su alianza con Pedro de Claramonte, el guerrillero más conocido de Castellón, podía penetrar en la localidad.

Entonces, hicieron un pacto con el Señor de Peñíscola, con la intención de arrasarlo todo atacando por el norte.

Desgraciadamente para sus intereses, Jordiet, antiguo vecino de Oropesa que formaba parte de la Corte de Peñíscola, se enteró pronto de la noticia y envió una paloma mensajera hasta el castillo que iba a ser atacado.

<<Queridos vecinos: El Señor de Montornés, el de Peñíscola y Pedro Claramonte atacarán de aquí a tres noches nuestra villa desde las tierras de mi señor. Atentamente: Jordiet.>>

¿Tres noches nada más, como podríamos defendernos?

Beltrán Pérez de Pina, el regente de la época, pensó en pedir ayuda al pueblo de Cabanes, aunque pronto se dio cuenta de que no había tiempo.

Después de mucho pensar, cuando ya solo faltaba un día para el ataque, Bletrán, se resignó y fue a pedirle consejo a su hijo pequeño, que era conocido como el “Señorito”.

Este joven, con sólo doce años, era el más inteligente de la villa y, después de toda una noche en vela, fue capaz de confeccionar su plan.

Por la mañana, dio la voz de alarma y puso todo el pueblo a trabajar.

Él, el carpintero y el herrero iban por un lado, mientras algunas mujeres cosían y los hombres iban a la montaña a por aliagas o leña fina.

Así, cuando ya estaban listos todos los preparativos, se reunieron de nuevo para partir antes de la puesta de Sol y, caminar hacia un paso cercano a la Punta de la Peste, en la zona de “les Amplàries”. Pues, allí establecerían su línea de defensa.

“Era de noche, oíamos las tropas enemigas acercándose hacia nosotros: era el momento. De un lado empezaron a oírse timbales, detrás mío se encendieron montañas de aliaga y madera, mientras el carpintero, el herrero, mi padre y yo levantábamos el demonio que habíamos construido, Tomás, que era el que tenia mejor voz, maldecía a los invasores.”

Y eso es lo que ocurrió, pero el Señor de Montornés lo que vio fue un infierno: llamas gigantes, el sonido de los tambores, pasos a sus alrededores, ruido de huesos rotos y la llegada de un ejército infernal.

Además, y de repente, delante de él se levantó un demonio de unos cuatro metros y después de mirarlo le dijo:

“Señor de Montornés te has equivocado de camino, este es el camino de la muerte y todo el que lo atraviesa me acompaña a mi mundo. ¡ESTÁIS TODOS MALDITOS!”

Entonces, Pedro Jiménez se giró manteniendo la calma, pero detrás de él todos corrían para escapar del maleficio.

Sin más remedio, él hizo lo mismo y la gente de la villa lo celebró como se celebran las grandes victorias.

Al día siguiente, cuando los oropesinos comenzaron a recoger todo lo que habían ensuciado y a apagar el fuego que aún perduraba, encontraron entre las pisadas de los enemigos el escudo del Señor de Montornés.

Fue el “Señorito” el que lo recogió, y lo llevó hasta el mismísimo Rey para pedirle justicia. Para pedir que Oropesa no fuera atacada nunca más, y así ocurrió.

Además, los jueces reales le ordenaron a Pedro Jiménez que devolviera todo aquello robado y, a pesar de todo, aún corre por las montañas la voz del demonio que todos vieron aquella noche, aunquE este, como ya sabéis, nunca fue real.
Fran García
Orpesa 2003

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