lunes, 11 de enero de 2016

Ni un punto, ni una coma...

Un día fue el Señor Quisquilla a ver al Señor Lenguaje y le dijo que tenía un dilema...
-Mire usted, Señor Lenguaje, quiero hacer una pausa, pero no sé lo que debo hacer. Debe de ser una pausa, pero quiero que sea más que una coma.
-Evidentemente, debería de ser un punto y seguido. -Contestó el Señor Lenguaje.
-No, no, no -Remarcó el Señor Quisquilla- Es que debe de ser menos que un punto, pero más que una coma. Ahí está el problema.
-Pero eso no existe...
-¡No me diga usted eso! ¿Me quiere matar de un disgusto?
-Ni mucho menos Señor Quisquilla. -Prosiguió el Señor Lenguaje.
-¡Pues haga algo! ¡Soluciónelo!
-Está bien, está bien, vuelva usted mañana y a ver que me dice la almohada...

Y así fue, el Señor Quisquilla marchó, pero dejó al Señor Lenguaje con un mal cuerpo... Que tuvo pesadillas y todo. De hecho, en una de ellas se le apareció una coma y un punto ¡y empezaron a jugar! Y de ahí nació la solución que el día siguiente le dio.

-Buenos días Señor Quisquilla, ya tengo una opción, si encima de la coma pone un punto, no habrá puesto ni coma, ni punto. Habrá puesto un punto y coma y, con ese signo nuevo marcará el fin de su dilema; una pausa más que una coma y menos que un punto.

El Señor Quisquilla marchó satisfecho y así lo empezó a hacer. Por eso, desde aquel día, el punto y coma cada vez es más popular y ahora que ya lo sabes: ¡YA LO PUEDES UTILIZAR ;

¡Brindemos por el Señor Quisquilla y por el Punto y Coma!

¡Y también por el Señor Lenguaje, que a todo pone solución!

¿Es así o no?


Fran García
Orpesa, 2016

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