lunes, 11 de abril de 2016

El Desierto de los Dioses

Cuenta una leyenda, que mucho tiempo atrás, en una tierra muy lejana, había un gran dios. Este, había creado a otros dioses menores para no sentirse solo.

Una vez creados, los pequeños dioses no tardaron en tener aires de grandeza y en luchar entre ellos para demostrar su poder. No obstante, el único que no luchaba era el dios supremo, que no tenía nada que demostrar.

Sus guerras fueron tan potentes que al final se enemistaron entre ellos y empezaron a realizar todas las acciones posibles para molestarse los unos a los otros. Fu hacía llover, Ra paraba la lluvia, Ter hacía salir el Sol, Mor provocaba una tormenta de arena...

Así, poco a poco, la lluvia se volvió uno de sus elementos preferidos y la utilizaban para molestarse constantemente, hasta la saciedad.

Por ello, un día decidieron que solo llovería cuando les viniera bien a todos, pero ese momento nunca llegó. Así, la lluvia, siempre interrumpida, no llegó a caer con fuerza durante mucho, mucho tiempo y así, aquel lugar envidiable, poco a poco, se convirtió en un desierto.

-Es lo que hay -dijo un día el dios supremo-. Que no llueva nunca a gusto de todos, no quiere decir que no tenga que llover. Ni tan siquiera un dios puede permitirse el lujo de ser tan egoista. Mirad a ver lo que habéis hecho mal y solucionadlo. No os dí un vergel para que lo echarais a perder...

Fran García
Orpesa, 2016